Viernes de Superacción
Solo falta que jueguen Los Pumas. Ya muchos madrugaron con el bronce de Las Leonas, otros almorzaron a la par de los dobles del Dream Team que hundían la ilusión argentina en el rectángulo chino y otros tantos harán la previa de un viernes por la noche con cerveza, pizzas o asados y con los ojos bien abiertos apuntando a lo que suceda en el verde césped. Argentina enfrentará a Nigeria en las primeras horas del sábado y allí se cerrarrá un superviernes deportivo donde participaron las selecciones más populares de nuestro país (sí, aunque la madrugada perteneza al día siguiente a contrario sensu del pensamiento del ser humano medio).
Hoy hay fecha de la AFA y hasta suena fuera de lugar. Dos partidos que pasarán desapercibidos, al menos para el hincha neutral. Mañana también, y habrá top14 de la URBA y hasta fecha del hockey nacional. Pero nadie se atreve a pensar en eso. Las miradas tienen un solo destino y es Beijing. Los Juegos Olímpicos tienen esa facilidad de pasearnos por varios lados, pero quedarse en el mismo lugar. Y nosotros nos sentimos Maradona saltando de sede en sede, con Bonadeo como complice.
A horas de que todo se termine y los podios solo se escuchen en la F1 o el Turismo nacional, parece que no se sabe en que se ocupará el tiempo que se le dedicó a los Juegos. Ya sin madrugadas, ni falta de sueño, ni cafés en cantidades industriales, el público volverá a sus rutinas. Por eso vale (y valió la pena) vivir de un 22 de agosto así. Con oro, plata o bronce, pero repletos de deporte. Al menos, un buen motivo para los que disfrutan de toda esta parafernalia olímpica.
Hoy hay fecha de la AFA y hasta suena fuera de lugar. Dos partidos que pasarán desapercibidos, al menos para el hincha neutral. Mañana también, y habrá top14 de la URBA y hasta fecha del hockey nacional. Pero nadie se atreve a pensar en eso. Las miradas tienen un solo destino y es Beijing. Los Juegos Olímpicos tienen esa facilidad de pasearnos por varios lados, pero quedarse en el mismo lugar. Y nosotros nos sentimos Maradona saltando de sede en sede, con Bonadeo como complice.
A horas de que todo se termine y los podios solo se escuchen en la F1 o el Turismo nacional, parece que no se sabe en que se ocupará el tiempo que se le dedicó a los Juegos. Ya sin madrugadas, ni falta de sueño, ni cafés en cantidades industriales, el público volverá a sus rutinas. Por eso vale (y valió la pena) vivir de un 22 de agosto así. Con oro, plata o bronce, pero repletos de deporte. Al menos, un buen motivo para los que disfrutan de toda esta parafernalia olímpica.

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